Estos términos pueden ser utilizados desde dos puntos de vista, referidos al cuerpo humano, aunque con énfasis diferentes. El primero, respecto a la naturalización de la deficiencia y de las limitaciones funcionales (incapacidad) en el espacio biológico, limitado e individual del cuerpo, según la racionalidad científica positiva que domina los discursos médicos. Es ese caso, el objetivo de la intervención publica puede limitarse a planear y garantizar la prestación de servicios terapéuticos de salud, en proyectos más o menos coherentes que ofrezcan la asistencia necesaria para preservar la vida de las personas (rehabilitación funcional, farmacoterapia, prótesis, cirugías y demás estrategias competentes para su cuidado). El segundo se deriva de la comprensión que hacen las ciencias sociales del cuerpo humano, centra su atención en la condición de desventaja social de la persona. Tal desventaja es definida en las redes de sistemas simbólicos del colectivo y, por tanto, plena de significado, valor político y económico. En ese caso, la intervención publica debe desarrollar y garantizar alternativas mañas costosas y complejas, íntimamente relacionadas con los conceptos de justicia, democracia, bienestar social y calidad de vida (rehabilitación profesional, educación, trabajo, comunicación, pensiones, redes de soporte comunitario, transporte, recreación, cultura, etc)
Para Gutiérrez y Restrepo (2003) la frecuencia de uso de la denominación ‘discapacidad’ se explica por su condición de término comodín aceptado por toda Iberoamérica, y no así ‘minusvalía’ (handicap en inglés e italiano respectivamente). Adicionalmente, la aceptación de esta categoría por muchos profesionales se atribuye al hecho deque permite objetivar las deficiencias a causa de su carácter genérico e impreciso en la medida que engloba todas las discapacidades (físicas, intelectuales o sensoriales, dolencias, enfermedades mentales, etc. Sean éstas permanentes o transitorias). El empleo generalizado de este término se debe a que nos da la posibilidad de recurrir a él siempre que no podemos o no queremos ser más precisos.
Es importante recalcar el cambio de mirada hacia la discapacidad, las personas no son “discapacitadas” sino que “presentan una discapacidad”, es el entorno el que las discapacidad. Si la sociedad es inclusiva y elimina las barreras que entorpecen el desarrollo de las personas con discapacidad, ellas podrán avanzar y desenvolverse en forma plena. Es por ello, que la Convención introduce y refuerza el concepto de “persona con discapacidad”.
Todos estos progresos deben ir acompañados de un lenguaje que contribuya a un verdadero cambio cultural, donde la persona con discapacidad sea reconocida íntegramente, alejándola de los estereotipos y prejuicios. Esta es una tarea de todos, por esta razón el Servicio Nacional de la Discapacidad invita a todas las personas a utilizar un lenguaje apropiado al referirse a las personas con discapacidad y a los temas relacionados.
Israel Cruz Velandia,Janeth Hernández Jaramillo , Julio 2006, Exclusión social y discapacidad, , editorial universidad del rosario, primera edicion bogota DC,
Mario Banderas , Julio 2010, articulo edicion Gabinete y Departamento de Comunicaciones del SENADIS Servicio Nacional de la Discapacidad, Recomendaciones para el uso correcto del Lenguaje en temas relacionados con Discapacidad,
Muy interesante este tema, ya que a veces sin querer ofendemos a una persona llamandolas de una manera incorrecta solo por ignorancia.
ResponderEliminarBuena iniciativa publicar cosas relacionadas con las discapacidades físicas, o mal llamadas de esa manera en tanto son personas con capacidades diferentes. Lo relevante es generar un cambio en las mentalidades y en la sociedad y cambiar ese errado concepto que se suele tener
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